El equipo de Luis Milla se vio sorprendido por un tempranero gol del combinado catracho en el minuto 8, obra de Bengston de cabeza.
España lo intentó y mejoró su imagen respecto al primer partido contra Japón, pero se estrelló con los palos, la mala fortuna, los nervios y la actuación del colegiado, que pudo haber señalado dos penaltis en el área rival.
No se le podrá negar a esta Selección la lucha y el orgullo, que compensaron la ausencia de pausa y de lucidez, señas de identidad de este grupo y que tanto se echaron en falta. Se podrá hablar de que la fortuna dio la espalda a España, con tres remates que acabaron en los palos, o de ese claro penalti de Velásquez a Rodrigo que el árbitro venezolano ignoró.
No parecen excusas suficientes para justificar este fracaso, la decepción de despedirse del torneo olímpico sin marcar un gol en estos dos primeros partidos.


